- Para quererte hay que entender tu locura.
- – Espera, ¿En Serio?. ¿Lo dices en serio?
- – Sí. ¡Para quererte hay que entender la locura!.
Creo que no estás entendiendo. Para quererme no hay que caer en la locura, creo que estás confudiendo quererme con quererte.
– ¡Ah!, ahora quieres voltear las cosas.
– No. Para quererme no hay que enloquecer, para quererme primero tienes que querer a tu propia persona. Si no te quieres a tí, y no tienes una causa por qué vivir, y morir defendiéndola no eres digno de querer. ¡Ni siquiera estás vivo!.
Para quererme hace falta más que locura. Para quererme no te tiene que importar si la locura es buena o no. Para quererme sólo tienes que sentirte tan libre de querer sin temor a la locura.
No me quieras porque enloqueciste. ¡No!. Mejor aún. ¡Quiéreme cómo si sabes que apoyo la causa que defiendes con locura.
– Te quiero.
– No. Todavía no me quieres. ¡Aún no sabes lo que es querer defender una causa y un sentimiento con locura!.
Isaías Blanco.
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